Cumpleaños no feliz
Marzo. Un mes de fechas señaladas. De aniversarios especiales. Hace 50 marzos que se firmó el Tratado de Roma; 50 marzos de una Europa Unida. Pero este cumpleaños ha estado lejos de ser un cumpleaños feliz. El esmero de Merkel y de sus “vasallos comunitarios” por reforzar los pilares europeos así lo reflejaban. Los designios originales de un gran espacio común; de un mercado compartido; de la consolidación de unas bases esenciales para todos los europeos, parecen haberse estancado hasta el punto de convertirse, para los más pesimistas, en meras quimeras.
Pero no es sólo Europa la que, al borde del resquebrajo, aprovecha su aniversario para intentarse estabilizar. En marzo, también se esfuerzan Irak y el Gobierno Bush, o el Gobierno Bush e Irak. Cuatro años después de la invasión ambos buscan unos equilibrios diferentes, pero inevitable y tristemente paralelos. Los iraquíes buscan la manera de que, cada día, sean menos las personas que mueran en un estado –fallido- invadido por la dictadura de la violencia; mientras que Bush busca la manera de no quedarse solo en un Congreso invadido por unos demócratas que ponen en peligro su popularidad entre los “american voters”.
Cuatro marzos que han traído el Negro a una Primavera cubana que un día debió ser azul. Cuatro años donde han continuado las represiones en la “cabeza revolucionaria” donde está prohibido pensar en alto.
En marzo, otro aniversario donde la tristeza en casa es unánime, por lo cercano, por lo cruel, y por la ignominia de unos pocos que nos salpicó cruelmente a todos. Tres años de los atentados de Atocha. Un día, doloroso como cualquier otro, pero establecido de manera inevitable para recordar todos a la vez. Estando en la estación de El Pozo (67 muertos), a uno le invade el debate interno de la angustia del aquel 11-M y el orgullo de darse cuenta que detrás de “la masa” de Ortega, hay Personas.
Marzo. Tres marzos desde que, un 14-M, un ZP habitó la Moncloa. Un año del decreto de la tregua-trampa de ETA o del “unique in Spain” Caso Malaya.
Un marzo de 2007 que, acordándose de decepciones y promesas sin cumplir, invasiones y guerras, represiones y violaciones, muertos y muertos, turbulencias políticas, terroristas y ladrones… se despide nevando todo lo que no ha nevado antes, llorando todo lo que no lo ha hecho antes, para barrer de lluvia un recuerdo que anhela encontrar en abril la ausente sonrisa del mes anterior.
Pero no es sólo Europa la que, al borde del resquebrajo, aprovecha su aniversario para intentarse estabilizar. En marzo, también se esfuerzan Irak y el Gobierno Bush, o el Gobierno Bush e Irak. Cuatro años después de la invasión ambos buscan unos equilibrios diferentes, pero inevitable y tristemente paralelos. Los iraquíes buscan la manera de que, cada día, sean menos las personas que mueran en un estado –fallido- invadido por la dictadura de la violencia; mientras que Bush busca la manera de no quedarse solo en un Congreso invadido por unos demócratas que ponen en peligro su popularidad entre los “american voters”.
Cuatro marzos que han traído el Negro a una Primavera cubana que un día debió ser azul. Cuatro años donde han continuado las represiones en la “cabeza revolucionaria” donde está prohibido pensar en alto.
En marzo, otro aniversario donde la tristeza en casa es unánime, por lo cercano, por lo cruel, y por la ignominia de unos pocos que nos salpicó cruelmente a todos. Tres años de los atentados de Atocha. Un día, doloroso como cualquier otro, pero establecido de manera inevitable para recordar todos a la vez. Estando en la estación de El Pozo (67 muertos), a uno le invade el debate interno de la angustia del aquel 11-M y el orgullo de darse cuenta que detrás de “la masa” de Ortega, hay Personas.
Marzo. Tres marzos desde que, un 14-M, un ZP habitó la Moncloa. Un año del decreto de la tregua-trampa de ETA o del “unique in Spain” Caso Malaya.
Un marzo de 2007 que, acordándose de decepciones y promesas sin cumplir, invasiones y guerras, represiones y violaciones, muertos y muertos, turbulencias políticas, terroristas y ladrones… se despide nevando todo lo que no ha nevado antes, llorando todo lo que no lo ha hecho antes, para barrer de lluvia un recuerdo que anhela encontrar en abril la ausente sonrisa del mes anterior.