De radios y camelias

Se trata de hacer propio un rinconcito de todo este espacio gigante, en el que no somos nadie pero en donde todos existimos. Se trata de hacer un hueco a esa palabra... más arriba, más abajo, a un lado o del revés. Se trata de abrir los ojos, alzar la mano, tener una voz y ser consciente de que todo, todos, aportamos, importamos.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Desde el Despacho Oval

Si hay un lugar en donde todo puede ser es ése. Se lo repite una y otra vez, mirando la parte azul de la moqueta. Me queda grande, piensa. Pero el destino le ha llevado hasta allí y sabe que va a cumplir el papel del cargo que representa. Mira atrás. Deja la vida que ocupó durante lustros pero lucha por un espacio mejor. No sólo porque cree en él, sino porque sabe que existe.
Todo el mundo suspira por él, pendiente de cada uno de sus pasos. Y hacen bien, porque los va a dar. Los tiene que dar. Es un antes y un después. Es la ilusión de dentro y fuera, la encarnación de millones de esperanzas y de desesperanzados.
Si hay un lugar en donde todavía todo puede ser... es ése. Rodeado de seguidores, asesores, representantes, guardaespaldas, negros, mayores, extranjeros, pensadores, bohemios, brokers y trovadores. Es el momento. Está claro. Lo sabía antes y lo sabe ahora. Le da miedo. Le da pavor fijar su vista el dibujo de la moqueta. Pero no hay marcha atrás: el cambio ha llegado.

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