Desde el Despacho Oval
Si hay un lugar en donde todo puede ser es ése. Se lo repite una y otra vez, mirando la parte azul de la moqueta. Me queda grande, piensa. Pero el destino le ha llevado hasta allí y sabe que va a cumplir el papel del cargo que representa. Mira atrás. Deja la vida que ocupó durante lustros pero lucha por un espacio mejor. No sólo porque cree en él, sino porque sabe que existe.
Todo el mundo suspira por él, pendiente de cada uno de sus pasos. Y hacen bien, porque los va a dar. Los tiene que dar. Es un antes y un después. Es la ilusión de dentro y fuera, la encarnación de millones de esperanzas y de desesperanzados.
Si hay un lugar en donde todavía todo puede ser... es ése. Rodeado de seguidores, asesores, representantes, guardaespaldas, negros, mayores, extranjeros, pensadores, bohemios, brokers y trovadores. Es el momento. Está claro. Lo sabía antes y lo sabe ahora. Le da miedo. Le da pavor fijar su vista el dibujo de la moqueta. Pero no hay marcha atrás: el cambio ha llegado.
Todo el mundo suspira por él, pendiente de cada uno de sus pasos. Y hacen bien, porque los va a dar. Los tiene que dar. Es un antes y un después. Es la ilusión de dentro y fuera, la encarnación de millones de esperanzas y de desesperanzados.
Si hay un lugar en donde todavía todo puede ser... es ése. Rodeado de seguidores, asesores, representantes, guardaespaldas, negros, mayores, extranjeros, pensadores, bohemios, brokers y trovadores. Es el momento. Está claro. Lo sabía antes y lo sabe ahora. Le da miedo. Le da pavor fijar su vista el dibujo de la moqueta. Pero no hay marcha atrás: el cambio ha llegado.