Cuando la política se viste con petróleo
Los ocho países más industrializados del mundo se han reunido en Japón para buscar causas y soluciones a la subida disparada del precio del petróleo. A la reunión invitan a China, India y Corea del Sur (estos once países consumen el 65% de la energía mundial).
Es una buena iniciativa teniendo en cuenta que estas economías emergentes son ya grandes demandantes de energía y China, por ejemplo, será el país del mundo que más carburante consuma dentro de tan sólo dos años, en el 2010, incluso por encima de Estados Unidos.
El G8 parece que toma conciencia de que la subida del precio del crudo es un problema global y, junto con estos tres países, alertan de que si no se toman medidas la economía global va a entrar en recesión. Contemplan medidas de dos tipos; a largo plazo, como invertir en tecnología para fomentar energías renovables y, a corto plazo, aumentar la producción. Y para eso hacen un llamamiento urgente a la OPEP: incrementar la producción de fuel para que no se sigan disparando los precios y no se desestabilice el mercado.
Claro que, así explicada la propuesta, tiene su razón de ser... pero es sólo mirar una cara del prisma. La OPEP está compuesta por 13 países, responsables del 45% de la producción mundial. El primer país productor del mundo es Arabia Saudí (miembro de la OPEP). El segundo y tercero en el ránking de producción son Estados Unidos y Rusia (el primero, el mayor consumidor del mundo y ambos miembros del G8 pero no de la OPEP, y piden a esta organización que incremente la producción). Canadá está en el puesto número 7 en la producción global y también es miembro del G8.
El G8 propone así soluciones parciales. Por un lado, que sean otros (los paíes de la OPEP) los que produzcan más y sin contemplar para ellos mismos ningún compromiso en variar sus niveles de producción ni de reducción de consumo de energía. La OPEP, por su parte, se lava las manos. Asegura que hay suficiente crudo para cubrir el consumo global. Y que detrás del alza de precios está la especulación y la psicósis política mundial. Una realidad a medias, ya que la demanda de países como China e India se agiganta cada día mientras la producción sigue siendo la misma (estos dos países serán los responsables de la mitad del consumo de energía mundial de aquí a 2030).
Así que mientras unas organizaciones y otras juegan a vestir los intereses políticos con soluciones económicas, las petroleras se frotan las manos. Y mientras los usuarios, como siempre, sufren la realidad de los datos: el precio del barril de Brent se ha duplicado desde 2007, ha subido un 44% desde el pasado enero y, en apenas 36 horas, se ha disparado a más de 16 dólares, alcanzando el pasado viernes su máximo histórico: 139 dólares por barril.