De radios y camelias

Se trata de hacer propio un rinconcito de todo este espacio gigante, en el que no somos nadie pero en donde todos existimos. Se trata de hacer un hueco a esa palabra... más arriba, más abajo, a un lado o del revés. Se trata de abrir los ojos, alzar la mano, tener una voz y ser consciente de que todo, todos, aportamos, importamos.

martes, 12 de junio de 2007

La Fayette St

Tenía hambre... y en ese momento se arrepintió de no haber rellenado el hueco de su mochila con el paquete de galletas que le preparó su madre. Pero a penas podía con lo puesto, la maleta azul y su gato, que se lo había llevado en caso de faltarle un abrazo. Se estaba portando bien, después de todo, el tranquilizante le hizo efecto.
El viaje fue eterno. Le resultó imposible comprimir su vida en un espacio de 39x55. Pero estuvo esperando durante tanto tiempo que no le importó saber que se olvidaba de la mitad. "Es igual", pensó, "ahí no está lo importante".
Se acordaba con melancolía del día que sentó a su madre a escuchar aquella entrevista. Siempre se alegró de haberlo hecho. Ahora estaba lejos, y con un pie al borde de lo que siempre había buscado. Soñado.
Contó suficientes estaciones como para saber cuál sería la siguiente. Se incorporó. Cogió a su gato. Y se vio en la estación, en medio del ir y venir de la rutina de la gente. Estaba ahí. Con ese olor intenso al que nunca se terminaría de acostumbrar. Por fin estaba ahí. Pensando... "¿y ahora qué?".

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