De radios y camelias

Se trata de hacer propio un rinconcito de todo este espacio gigante, en el que no somos nadie pero en donde todos existimos. Se trata de hacer un hueco a esa palabra... más arriba, más abajo, a un lado o del revés. Se trata de abrir los ojos, alzar la mano, tener una voz y ser consciente de que todo, todos, aportamos, importamos.

lunes, 4 de junio de 2007

Mapas sin sombrero


Tenía el mapa sobre las piernas. La tonta herencia de la casualidad le hizo soltar una vaga sonrisa al darse cuenta de que había abierto la página justo donde descansaba el viejo Medina Sidonia. Pero estaba demasiado lejos. Se acordó de las tardes de Lisboa, que tantas sorpresas le habían dado.

Pero la imagen de aquella mujer, llorando, contándole su historia sin un resquicio de miedo, le atormentaba. Y su marido, enfermo, que no paraba de escribir y escribir, a sabiendas de que no serviría de nada... sólo convencido por la causa.

Entonces se acordó de él. De que le habían intentado convencer, a pesar de todo, para que no se comprara aquel sombrero... Nunca supimos si fue lo mejor. Quizás fuera tarde... quizás demasiado pronto.

Mientras, continuaba el trovador a la vuelta de alguna esquina que no alcanzaba a ver, descalzo, en medio de ese inconfundible olor a yuca cocida. Tocaba su canción. La mezcla de los acordes con la humedad y la sal, le erizó la piel. Le encogió el hígado, como con regocijo, hasta conseguir que la vista se le nublara con cortinas de lágrimas. En ese momento fue más consciente que nunca de que estaba allí, en su coche destartalado, frente al Malecón, sin encontrar la calle en el mapa de la ciudad en la que había decidido irse a perder.

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